SANTA OLGA

Año de fundación: Década de 1960
Habitantes antes del incendio: 5.000 aproximadamente
Ubicación: A 25 kilómetros de Constitución, Región del Maule
Fecha: 26 de Enero de 2017
Casas quemadas: 1.000 aproximadamente
Personas damnificadas: 5.000 aproximadamente
Tiempo de reconstrucción: 2017- A la fecha

El único poblado en Chile en ser destruido completamente durante los mayores incendios forestales de su historia.

Durante el verano de 2017, Chile experimentó un enjambre de incendios forestales que movilizó a todo el país y llamó la atención internacionalmente.
Dentro de la catástrofe, la desaparición completa de Santa Olga, convirtió al pequeño poblado, antes completamente anónimo, en el símbolo más crudo de lo que fue la emergencia forestal. De acuerdo a la memoria de sus habitantes, Santa Olga había surgido durante la década de los ‘60 como un pequeño asentamiento irregular que agrupaba a los trabajadores de la principal empresa forestal de la zona y a sus familias. De hecho, el asentamiento finalmente se formalizó cuando la misma empresa donó varios terrenos a la Municipalidad de Constitución con la condición de que estos se repartieran entre sus trabajadores.
Con el paso del tiempo el negocio forestal siguió creciendo, y con él se desarrolló también Santa Olga, una villa que terminó excediendo el loteo original, produciendo un poblado híbrido en el que convivían propietarios, allegados y ocupantes de tierras sin legalización. El acceso a servicios básicos en Santa Olga era complejo, y de hecho, durante los últimos veranos antes del incendio, particularmente el agua se había convertido en un recurso muy escaso, lo que posiblemente se encontraba vinculado a la erosión de la tierra y el secado de las afluentes de agua naturales producto de las extensas plantaciones de coníferas que rodeaban el poblado. En Salta Olga, personas y pinos convivían muy de cerca, hasta que durante la madrugada del 26 de Enero, el paso inexorable del fuego no tuvo clemencia. No quedaron ni árboles ni casas en pie.


“Siempre se supo que Santa Olga se iba a quemar, yo siempre lo he dicho. Imagínese, a mi me llamó mi yerno de Santiago ese día para decirme que tenía que salir de aquí, que en todas las noticias estaba saliendo que Santa Olga se iba a quemar.
Pero no, yo le dije que no, porque yo pregunté aquí en la municipalidad y a los militares que estaban dando vuelta, y ellos me dijeron que no, que todo era preventivo, siempre decían que todo era preventivo…”

“Estaba de pie en el marco de entrada de mi casa e intentaba mirar para afuera, pero hija, era imposible. Había un humo muy espeso, tan espeso que no me dejaba ver más allá de la reja de mi casa. Y ahí yo dije, en ese momento: “esto se va a quemar”. Agarré a mi hija y un par de cosas, e intentamos salir a la carretera. El trayecto fue eterno, y no veíamos por dónde avanzábamos.”

“Vimos que el fuego venía entrando por el cerro. En ese momento se cortaron los teléfonos, no había señal ni luz, no había nada. Fuimos a intentar ayudar a apagarlo, pero nos costaba mucho respirar, y hacía mucho calor.”

“Yo creo que estuvimos toda la tarde, pero no sé qué hora era. Perdí la noción del tiempo, porque no se veía nada, era todo negro, rojo, tierra, humo. El fuego avanzaba a ras del suelo, sin detenerse, mientras nosotros seguíamos intentando apagarlo antes de que llegara al pueblo.”

“Antes del incendio, dejé mi casa limpia, los ventanales cerrados, la puerta con llave.
Nos preocupamos de dejar el portón cerrado también. Cuando volvimos, al día siguiente, yo estaba segura de que mi casa iba a estar ahí, impecable como yo la había dejado, pero no fue así.”

“Fue una cosa tremenda, caminar por todos lados y solo ver restos de zinc, y a mis vecinos llorando. No, si fue tremendo. Hasta el día de hoy todavía tengo mis llaves colgando en el llavero. No tengo el valor para deshacerme de ellas.”

“Ha sido un proceso doloroso, muy doloroso. Hemos tenido que sacar fuerzas de flaqueza. Ahora que están reconstruyendo, nos dicen que vamos a vivir mejor, que vamos a tener casas más bonitas, que no vamos a vivir en leñeras. Pero eso a mí no me importa. Vivíamos en calles de barro y éramos felices.”

Jornada de reforestación de bosque nativo en los alrededores de Santa Olga, mientras algunos pinos crecen espontáneamente entre ellos.

En Santa Olga, luego del incendio, el desastre continúa. Un año después de la catástrofe, la labor de las dirigentas vecinales es registrar los datos de sus vecinos que no han recibido subsidios de arriendo para mantenerse durante el tiempo que tarden en recepcionar sus nuevos hogares. Además, se suma la problemática de falsos damnificados que reciben recursos del Estado, e impiden que esos bonos lleguen a quienes los necesitan.

Dirigentas vecinales de Santa Olga en la reinauguración del Liceo Enrique Mac Iver, en Santa Olga. Las verdaderas protagonistas en la reconstrucción.

“La reconstrucción avanza, pero hacia el futuro, tenemos que resolver otro gran desafío: encontrar un trabajo que nos pueda dar para vivir. Vamos a tener que trabajar juntos, poner todos de nuestra parte, para volver a darle vida a Santa Olga.”


CRÉDITOS

Proyecto Cenizas Santa Olga

Autores:
Marcelo Gonzalez
Fernanda Gallegos
Valentina Turén

Fotografías:
Capturadas y enviadas por los vecinos de Santa Olga durante los días del incendio. Autorizadas para su difusión.
Capturadas por Valentina Turén durante el trabajo de campo entre el 2018 y 2019